1. Miel derramada
In the Time before Time they chose blood above nectar, and we became foes.


Yang Jeongin y Hwang Hyunjin saben el uno del otro desde pequeños. Se conocieron mucho antes de que Jeongin se mudara a Seúl para estudiar en la universidad porque sus padres, que se dedican a los negocios, son muy buenos amigos. Es así como un fin de semana en Seúl se convirtió en una semana en la casa de los Yang, viajes en grupo, fiestas de cumpleaños, incluso alguna que otra navidad en Seúl. Los Yang y los Hwang siempre han sido cercanos.
Para Yang Jeongin, ser cercano de el Hwang Hyunjin no es nada del otro mundo. Después de todo, entre los tres hijos del señor y la señora Yang, ellos dos son los que tienen edades más cercanas —solo un año de diferencia—. De hecho, si lo piensa a profundidad, aún puede recordar a su madre hablándole a solas en su habitación, mientras jugaba con su nintendo ds.
—Jeongin-ah, ¿Qué te parece si compartes habitación con Jinnie esta semana?
A esa pregunta, Jeongin se había encogido de hombros indiferente. No le importaba compartir habitación con otra persona porque ya estaba acostumbrado a vivir con sus dos hermanos. Jeonyoon hubiera tenido más posibilidades de estar en desacuerdo, porque es el que siempre iba a dormir con Jeongin cuando tenía pesadillas. De alguna manera, Hyunjin en su vida era un hermano de repuesto. Ja, como si no tuviera suficiente con los hermanos que ya tenía. Jeonbin era un abusivo y Jeonyoon un llorica, Hyunjin… bueno, era callado.
—Recuerda que tienes que ser bueno con él, ¿Si cariño?
—Si, ma…
La conversación fue un claro reflejo de la relación entre Yang Jeongin y Hwang Hyunjin durante sus primeros años de amistad. Jeongin era indiferente, muy ocupado en sus asuntos super importantes de un niño de seis años (conseguir matar a Bowser para salvar a la princesa en Mario Bros, eso es). Si le hubieran preguntado cómo se sentía sobre Hwang Hyunjin en ese entonces, Jeongin hubiera respondido de exactamente la misma manera que lo haría ahora, con dieciocho años.
[Es mi amigo cercano]
¿Por que?
[no se, mis padres me dicen]
¿Y te gusta Hwang Hyunjin?
[Claro, ¿Por qué no lo haría? Por lo menos no atenta contra mi bienestar físico y psicológico como los trogloditas de mis hermanos. Aparte, no le importa que solo le deje jugar los niveles que ya me pase para que me gane las tres monedas.]
Bueno, eso último era algo del Jeongin del pasado, pero el sentimiento de tener todas las monedas fue impresionante. Incluso le había regalado su tren de madera favorito (el rojo) de lo agradecido que estaba en ese entonces. Hyunjin se había limitado a apretarlo en su puño y decirle un " ven a mi casa otro día" luego de esa semana en Busan cuando ambos aún eran niños.
No fue hasta esa mañana, exactamente una semana dentro de su primer año de universidad, que Jeongin se dio cuenta que ser cercano a Hyunjin significaba algo completamente diferente, cuando Lee Chaeryeong le dio un golpe en la espalda que le saco todo el aire de los pulmones.
—¡Jeongin-ah! ¡¿Cuando pensabas decirme que eres cercano a Hwang Hyunjin?!
—¿Huh? ¿Conoces a Hyunjin?
—La pregunta es, ¿Quien no conoce a el Hwang Hyunjin?
el Hwang Hyunjin
Jeongin tuvo que aguantar una carcajada para no sonar maleducado ante su nueva amiga.
—¡Yah Hyunjin-ah! ¿Cuando pensabas decirme que eres extremadamente popular en toda la universidad?
Jeongin entra a la habitación de Hyunjin sin tocar la puerta. Es una mala costumbre, lo sabe, pero después de tantos años el acto le nace naturalmente como quien entra a su propia habitación. Después de un día de obedecer reglas e incluso seguir a Chaeryeong a todas partes porque la joven quería conocer todos los clubs para los estudiantes, lo que menos se le antojaba era tener que ser un mínimo de educado con Hyunjin. El Hwang Hyunjin, como Chaeryeong le había explicado que todos en el campus lo conocían.
Jeongin tiene muchas preguntas y muchas bromas acumuladas como para tocar la puerta, lo cual termina siendo su mayor error.
—¿Pero que…
—DIOS, lo siento, lo sien-
—¡No! Espera, ¡no es lo que piensas! Dios, Hyunjin-ah, ¡Te dije que no quería hacer esto!
—Yang Jeongin, idiota.
La imagen es escandalosa como mínimo. Hay un chico con la camisa entreabierta sentado en una silla, y huele a algo dulce como caramelo. De hecho, Jeongin nota antes de que el castaño se cubra, hay miel en todo su rostro. En todo su cuerpo, quizás.
Hyunjin, que acaba de llamarlo idiota, se acerca hacia a el con una expresion divertida.
—Deja de mirarlo, no ves que le da vergüenza.
—¡Maldita seas, Hyunjin! —El castaño se apresura en responder, antes de levantarse indignado y correr fuera de la habitación.
—¡Hay toallas limpias en el gabinete de arriba! —Hyunjin atina a responder, el tono de su voz suena como si estuviera a punto de carcajearse. En cambio, respira hondo y se voltea a su habitación observando el panorama. —Gracias por arruinar mi tarea, Innie.
—¿Qué clase de depravado… —Jeongin empieza, aun confundido sobre que tipo de tarea exactamente necesita que tengas a un chico semi desnudo cubierto en miel sentado en una silla en tu habitación. Pero luego lo recuerda. —oh.
Hyunjin se acerca hacia donde está su canvas, lo observa por un segundo antes de suspirar.
—Bueno, no importa, igual no me estaba gustando el resultado.
A lo lejos se escucha el agua correr. Jeongin siente el comienzo de una migraña subir por su nariz hasta su sien. Se pregunta cómo hubiera reaccionado la señora Hwang ante tal imagen, pero luego se imagina que quizás ya está acostumbrada al excentricismo de su hijo. Jeongin no sabe lo suficiente de arte como para bromear al respecto, así que se queda callado mientras Hyunjin recoge su canvas y organiza sus herramientas de pintura.
—Llevale ropa, ¿Quieres? —Hyunjin murmura, ahora limpiando con una toallita húmeda la silla de madera en su habitación. Dirige su cabeza hacia el rincón de la habitación donde hay una pila de ropa doblada. —Está recién lavada.
Jeongin tiene ganas de refutar, pero se siente mal por el desconocido y el mal rato que le acaba de hacer pasar, así que por educación hacia él deja su mochila en el suelo y separa una camiseta y un par de pantalones.
—¿Ropa interior?
—Que use la suya, la miel no llegó ahí precisamente…
Le lanzaria un zapato si tuviera uno a la mano, pero como no lo hace le lanza una mirada de puro disgusto —Eres asqueroso, Hyunjin-ah —Le regaña.
Hyunjin sonríe, encantado.
—¿Te quedas a cenar? —Pregunta a cambio.
Asiente antes de salir de la habitación y toca la puerta del cuarto de baño. El departamento de los Hwang es grande pero no en el nivel de lujo que uno esperaría, incluso cuando el padre de Hyunjin gana bastante dinero con sus negocios o cuando la madre de Hyunjin tiene una carrera estable como presentadora de noticias del tiempo, el lugar es más bien… modesto. Quizás ese es otro de los millones de encantos de la familia de su amigo, y de su amigo también.
Jeongin posa su oído levemente en la puerta antes de tocar. El agua ya dejó de correr, lo cual significa que el joven debe estar secándose.
—¿Ehm, hola? —Logra preguntar, se acaba de acordar que ni siquiera sabe el nombre del otro chico —tengo ropa limpia para ti, soy- soy Jeongin.
Silencio. La puerta se abre luego de unos pocos segundos, y una mano sale extendida. Jeongin pone la ropa en su mano.
—Soy Jisung —la voz dice, antes de que la puerta se cierre.
Jeongin se siente apenado por Jisung. Quizás ya es hora de que aprenda a tocar la puerta antes de entrar, razona antes de ir a la cocina a por un vaso de agua.
—Jeongin, él es Han Jisung —Hyunjin señala, una vez que están los tres sentados en la sala de estar. Jisung se ve irremediablemente pequeño y tímido en el rincón del sofá en el que está sentado. —trabaja en la cafetería de la universidad. Jisung-ah, él es mi amigo de la infancia, Yang Jeongin.
Jeongin asiente, y luego sonríe lo más educadamente posible.
—Es un gusto —Dice —Lamento haber entrado a la habitación de golpe yo…
—¡No era nada raro! —Jisung se apresura en responder, su exclamación rompe el ambiente tranquilo de la habitación —Quiero decir, no era- yo-
Han Jisung parece del tipo de personas que no puede controlar bien sus sentimientos. Incluso ahora mientras intenta excusarse a sí mismo, parece tener tantas cosas que decir que el resultado es vergonzoso. Jeongin entiende muy bien como se siente no poder formular bien tus oraciones, así que no lo juzga.
—Hyunjin hyung te convencio de hacer algo tonto para alguna de sus pinturas, ¿Verdad? —Jeongin interrumpe, intentando salvar el desastre de nervios y palabras a medio decir que es Han Jisung frente a él —Entiendo, como amigo de la infancia de Hyunjin me he visto en esa posición incontables veces. Cualquier cosa que creas que yo crea, no te preocupes, es totalmente lo contrario.
Hyunjin rie.
—Ustedes dos tienen pinta de poder llevarse muy bien —Señala —Los dos son ingenuos, pequeños, y unos perdedores.
A eso ambos, Jeongin y Jisung, lanzan un indignado " hey ". Hyunjin ríe incluso más alto, de tal manera que unas arrugas se forman en las esquinas de sus ojos. Quizás tiene razón, pero no es algo que ninguno de los dos agradezca. Jeongin le lanza una mirada de compasión a Jisung, que se la devuelve de igual manera. Quizás si que tengan mucho en común, pero Jeongin se muerde la mejilla para no darle el gusto a Hyunjin y reír con él.
Jisung se va del departamento poco después de la conversación, diciendo que tiene turno en la tarde y que tiene que recoger las bolsas de café del almacén antes de que cierren la cocina. Suena a excusa, pero Jeongin lo deja irse. Han Jisung no es ni la mitad de intimidante que puede ser Hyunjin en un primer encuentro, y Jeongin se pregunta cómo es que ambos siquiera llegaron a forjar una amistad. Pero de nuevo, tampoco es que Hyunjin sea el mismo niño tímido que era cuando ambos aún eran pequeños.
Antes de irse, Jisung le lanza una mirada con un significado oculto a Hyunjin, que sonríe y asiente sin decir nada a cambio. La conversación en señas permanece en la mente de Jeongin por un largo rato hasta que la curiosidad le gana.
—Entonces, ¿Qué fue eso? —Se limita a preguntar.
Están en la habitación de Hyunjin, la puerta está entreabierta. Jeongin está echado en la cama del mayor, mirando su feed de instagram y conversando con Chaeryeong, que aún sigue sin creerse que el Hwang Hyunjin y el son cercanos. Si tan solo supiera que ese chico popular del que todo mundo habla en el campus está ahora cortándose las uñas de los pies en la posición más ridícula que ha visto en su vida, no lo vería tan inalcanzable.
—¿La miel?
—No, bueno, si, también eso —Jeongin apaga la pantalla de su teléfono, y lo deja en la cama— no se si quiero saber, en realidad.
Hyunjin gira los ojos.
—¿Entonces qué es?
—Ya sabes, esa conversación telepática que tuviste con Jisung antes de que se fuera. No soy ciego, ¿lo sabías? Claramente había algo que querían decirse.
Clic. El ruido del cortauñas es lo único que suena antes de que Hyunjin alce las cejas, sorprendido.
—Ah, maldita sea, me olvide —Se levanta, sacudiéndose las uñas de encima de él. Asqueroso . Sale de la habitación y cuando vuelve tiene su laptop abierta.
—Déjame sentarme, tengo que buscar un correo.
Jeongin se hace a un lado y mira la pantalla.
—¿Es sobre lo de Jisung? —Pregunta con curiosidad.
Hyunjin asiente aún concentrado, con un leve "ujum" que se queda perdido en el sonido de sus teclas mientras busca fervientemente.
—Estoy seguro de que estaba por aquí, veamos… —Baja un poco más, luego da clic a un email previamente abierto —¡Lo encontre! —Exclama.
Jeongin lee la pantalla.
Evento
El 46º Show de Danza Experimental del Departamento de Coreografía, Escuela de Danza, abre sus puertas a todos los estudiantes universitarios que deseen disfrutar de una hora de entretenimiento completamente gratis. Acompáñenos en esta experiencia junto con los estudiantes de danza de la Universidad de Arte de Seúl.
-2019.09.04
- Lugar: Lee Kang Sook Hall, Campus Seocho
- Asientos por orden de llegada
—¿Un evento?
—Sí, un evento —Hyunjin escanea la página antes de volver la mirada hacia Jeongin—. ¿Me prestas tu carnet de estudiante? Le prometí a Jisung que lo llevaría a ver la presentación, pero solo pueden entrar estudiantes, así que necesito tu carnet para que lo dejen entrar —explica.
—¿Me estás queriendo decir… —Jeongin organiza su pregunta antes de dejarla salir, para que no suene tan condescendiente —que ese chico accedió a posar semi desnudo con miel en todo su cuerpo para tu arte depravado solo porque quería ver una presentación de baile… —lee el email —experimental?
Hyunjin no puede hacer mas que sonreir ingenuamente, se encoge de hombros y cierra su laptop. —Eso es porque no conoces a Lee Minho. Esta es su primera presentación desde que regresó de su servicio militar y— alza una ceja — mi amigo Han Jisung ha estado prácticamente muriendo por asistir desde que se anunció. Entonces, ¿me prestarías tu carnet?
Jeongin asiente. No por el manipulador de Hwang Hyunjin, que se va de la habitación dando brincos y tarareando una canción infantil, si no por Han Jisung, el pobre -y enamorado- miserable.
—Jeongin-ah.
Silencio.
—Jeongin-ah.
Mas silencio.
—Yang Jeongin.
—Hyung.
—¿Dime?
—¿Me puedes dejar hacer mi tarea o quieres que me vaya?
Son las diez de la noche. La tarde se les ha escapado de las manos conversando, jugando videojuegos y viendo la tele. La madre de Hyunjin hace rato se fue a dormir, mañana tiene que despertarse temprano. El padre de Hyunjin aún no llega, pero debería hacerlo en cualquier momento. En lo que a Jeongin respecta, tiene mucha pereza como para regresar a los dormitorios estudiantiles. El problema es que Hyunjin no tiene nada que hacer, y Jeongin no quiere empezar la universidad con el pie izquierdo. Los ultimos quince minutos han sido tortura para el menor, que piensa que de no ser por la presencia de su amigo, ya habria terminado hace rato.
Jeongin se gira molesto cuando Hyunjin se tarda en responder su pregunta. Incluso si Hyunjin quisiera que Jeongin se fuera, Jeongin no se iría, eso está claro.
—Mañana es el concierto.
—¿Y?
—Que tengo que entregar el avance de mi tarea el día después de mañana a primera hora.
—¿Y?
—Que no voy a tener tiempo de avanzar mañana.
—¿Y?
—Yang Jeongin, idiota.
Jeongin está a solo dos segundos de tirarlo al suelo y empezar a patearlo. En cambio, cierra su cuaderno con fuerza y respira hondo.
—¿Qué quieres? —Pregunta, deseando con todas sus fuerzas que Hyunjin se hubiera quedado tímido y obediente como solía serlo cuando eran pequeños. A este Hyunjin nunca le regalaría su tren rojo.
Hyunjin está acostado en la cama, apoyado en la pared. Tiene puestos unos shorts y una camiseta holgada que deja ver sus clavículas. No lleva puestos calcetines. Jeongin se pregunta si siquiera es humano para no sentir frío en esta época del año. Escanea a su amigo de arriba a abajo analizando toda la información nueva que ha recolectado sobre él desde su conversación con Chaeryeong.
En realidad Jeongin no es ciego. Incluso ahora, él puede ver por qué su amigo es la celebridad que otras personas dicen que es. Se pregunta si debería tomar una foto y empezar a venderlas a sus compañeros, quizás pueda hacer buen dinero de eso.
—¿Posarias para mí?
Jeongin está tan absorto en sus planes para enriquecerse a costa de Hyunjin que la pregunta apenas se procesa en su mente. Aunque siempre ha tenido un gran amor por el arte, Hyunjin no dibujó hasta su último año de secundaria, por lo que en realidad Jeongin no ha tenido muchas oportunidades de verlo en acción, mucho menos de posar para él. Ahora que lo piensa, Hyunjin nunca ha dibujado a Jeongin, es indignante.
—¿Qué dices? —Hyunjin vuelve a preguntar.
—Estaba pensando en como nunca me has dibujado —Jeongin lo ignora —Me parece un poco ofensivo, la verdad. Nos conocemos desde siempre, y nunca me has dibujado.
A esto Hyunjin frunce el ceño. La reacción es más seria de lo que Jeongin esperaba, su comentario era solo una broma después de todo. Está bien, sí que le molesta no ser lo suficientemente inspirador como para prenderle la bombilla artística a Hyunjin, pero tampoco es para tanto.
—¿Entonces eso es un si?
Jeongin se encoge de hombros, indiferente. Ignora de paso el hecho de que la pregunta de Hyunjin haya salido entre dientes, como si estuviera a un segundo de tirarle un puñetazo.
Para Jeongin, la volatilidad de la personalidad de Hyunjin es una de las muchas características extrañas a las que ha aprendido a acostumbrarse; extrañamente, la mirada le recuerda a la que tenía ese día después de una semana juntos, cuando Hyunjin volvía a Seúl con su tren rojo favorito.
Para cuando se da cuenta de su error, ya es demasiado tarde.
Está sentado en la misma silla de madera en la que había encontrado a Jisung en la tarde. Por obligación del mayor, ha tenido que ponerse una camisa blanca, que ni siquiera es suya, es del padre de Hyunjin. Mira la mesa en donde se encuentra su cuaderno y su tarea sin hacer, luego las paredes llenas de dibujos hechos a acuarelas, algunos sketches, bastantes flores. La habitación de Hyunjin es grande, minimalista a excepción de sus dibujos. No hay libros ni peluches, las sábanas son blancas y tiene un espejo enorme en el que se puede ver reflejado.
En teoría, asumir que Hyunjin solo quería hacer un retrato de él, en comparación con lo que había intentado hacer con Jisung esa tarde, fue un error suyo. Quizás tenía demasiada fe en que Hyunjin lo respetaría lo suficiente como para no ponerlo en esta situación. Pero ahora está sentado como un tonto, esperando a que su amigo llegue con la botella de miel.
Una mueca de puro asco se refleja para sí mismo en el espejo de solo pensarlo. La sensación de la miel en su rostro le causa escalofríos.
La puerta de la habitación se abre y por ella entra Hyunjin. Tiene una botella de miel en una mano y un vaso con agua en la otra.
—¿Empezamos?
—¿En serio tienes que usar la miel?
—No me digas que te estás arrepintiendo —Hyunjin contraataca, mientras apoya la miel y el vaso de agua en uno de los bancos de la habitación. —¿No estabas ofendido de que nunca te hubiera dibujado hace solo unos minutos? Felicitaciones, esta es tu oportunidad.
—Si, bueno —Jeongin siente algo pesado caer en su estómago a medida que se empieza a dar cuenta que una vez más ha caído directo en la trampa de Hyunjin —Es solo que pensé que un portaretrato común sería suficiente, ¿De que es tu tarea?
—Aburrido. —Hyunjin se sienta en su banco y se estira para posicionar el banco frente a él. Mide con sus dedos en forma de L para confirmar que está en la posición perfecta y luego continua —Texturas, por eso la miel. Quiero pintar miel sobre piel humana, pero también me gustaría poner un poco de mi toque personal. Algo más… sentimental.
—¿Que de sentimental podría tener el vómito de unas abejas sobre mi piel perfecta? —Jeongin se queja, cada vez más decidido en dar un paso atrás a esta decisión errónea por su parte.
—No lo sé, por eso quiero hacerlo.
Jeongin está aún más confundido acerca de las motivaciones de Hyunjin después de esa conversación. Tal vez no haya ninguna, aparte del hecho de que su tarea consiste en pintar texturas y le gusta la combinación de piel y miel. Jeongin sabe que si le da más vueltas al asunto, el único que va a terminar contrariado es él. Si algo caracteriza el enfoque artístico de Hyunjin, es que no se detiene a pensar en sentimientos, pensamientos u ocurrencias en su vida. Todo eso parece flotar en algún lugar de su mente y perderse entre sus ideas para nuevas obras o proyectos artísticos. Aunque no lo parezca, Hyunjin es probablemente una persona más sencilla de lo que sus admiradores piensan.
Es simple.
Para Hyunjin:
Su arte
Su familia
Sus estudios
¿Que mas?
Jeongin no puede seguir su lista. Hyunjin se ha desplazado hacia donde está sentado y lo está examinando minuciosamente, con los mismos ojos con los que mira sus proyectos. Jeongin siente que el ambiente de la habitación se vuelve aún más pesado, como si estuviera siendo juzgado por su mera existencia. Si eso es lo que conlleva ser pintado por Hwang Hyunjin, Jeongin piensa que está bien no haber sido pintado antes de esto. Finalmente traga saliva, de repente incomodo.
—¿Puedes desabotonar hasta la mitad? —Hyunjin pregunta, aunque esta vez suena más como una orden —No entiendo porque te los abotonaste todos en un primer lugar.
—Costumbre —Jeongin responde, mas rapido de lo que su mente ha tardado en pensar en lo que le sigue —Es decir, no hace mucho me ponia camisas para ir a clases, un solo boton menos y había detención después de clases. Ustedes niños de Seúl no lo entenderían…
En lo que habla, Jeongin se ve una vez más reflejado en el espejo. Puede ver la espalda de Hyunjin, su cabello amarrado en una media cola. Su mano apoyada en su cadera, mientras espera. Aunque aún piensa que podría negarse a seguir las peticiones de Hyunjin, se siente como si no debería decir que no, después de todo, Jeongin no sabe muy bien como la faceta artista de Hyunjin va con su personalidad, que ya de por sí es mimada y la de alguien que tiene lo que quiere cuando lo quiere. Maldice internamente la posición de su amigo como hijo único, y sobre todo el hecho de que lo conozca tan bien como para saber cuando una situación tiene probabilidades de terminar en pelea.
No es como si quisiera caminar hasta los dormitorios estudiantiles a media noche.
Con ese último pensamiento, y dejando de mirar su reflejo, porque la verdad no le gusta la idea de desnudarse mientras se ve a sí mismo, Jeongin se dirige hacia el primer botón de su camisa.
Mientras más raro lo haga, más raro va a ser.
Y en realidad no tiene por qué serlo.
No hasta que levanta la mirada, y es entonces cuando por primera vez en sus dieciocho años de vida, Yang Jeongin siente que algo está a punto de salir muy, muy mal. Quizás Hyunjin no esté consciente, pero sus ojos son oscuros, tan oscuros que por un segundo Jeongin considera que el alma de Hyunjin ha salido de su cuerpo y está rondando el suyo propio, y que por eso siente otro escalofrío nacer desde su nuca hasta la parte baja de su espalda.
—Hyung — Jeongin habla, y el tono de su voz le asusta a sí mismo. Suena extraño, incómodo. El nunca ha estado incómodo con Hyunjin. —¿Qué…?
—Sh —Hyunjin lo calla. Jeongin no tiene ni un solo insulto de respuesta para darle —Es perfecto, no te muevas.
El menor obedece, más por miedo de romper la inspiración, o lo que sea que haya poseído a Hyunjin en ese momento qué porque en realidad le haga ilusión hacerle de modelo.
—¿Puedo? —Hyunjin señala sus mangas, y Jeongin las observa.
La camisa del padre de Hyunjin le queda un poco grande, así que la mitad de sus manos están cubiertas. Jeongin alza las manos, aun mas concentrado en analizar la vibra de su mejor amigo.
Los dedos de Hyunjin están tibios, es lo primero que nota mientras el mayor arremanga con cuidado. Los nudillos están un poco más fríos, nota. A comparación su piel está mucho más fría, Jeongin no tiene el mejor flujo sanguíneo. El toque es más educado de lo que se esperaría, y Hyunjin evita chocar con su piel, causando que la acción se prolongue. Ahora tiene el ceño levemente fruncido, pero sus ojos siguen igual de oscuros. Quizás esta es la verdadera imagen de un artista, Jeongin piensa, en lo que la manga de su brazo izquierdo termina de ser arremangada.
Bajo ese pensamiento es que se empieza a relajar. Piensa en Jisung, y siente compasión de lo incómodo que debió de haber sido encontrarse en la misma posición horas antes, bajo la vibra propia del demonio hambriento que resulta ser la de Hyunjin. Ríe un poco luego de eso.
—¿Por qué…? —Hyunjin aún está cerca, pero ya ha dejado su brazo en paz.
—Estaba pensando en lo incómodo que debió haber estado Jisung-sshi, el de la cafetería. —Jeongin vuelve a reír, pensando en las mejillas del mayor prendidas como dos faroles y en cómo de pequeño se había visto en el sofá. Un hamster asustado. —Probablemente se sintió como si tu fueras un gato a punto de cazarlo.
—¿Huh?
Hyunjin suena verdaderamente confundido, lo cual relaja mucho más al menor.
—Nada, es solo… —Jeongin niega —Tienes una presencia muy fuerte cuando estás inspirado, hyung. ¿No sientes la habitación más pesada desde que me senté en esta silla?
—Puede ser —Hyunjin se limita a responder —Me lo han dicho antes, otros modelos.
—Ah, es bueno saberlo… Ya me estaba preocupando.
No sabe de donde realmente salió eso último. ¿Preocupado? No, esa no es la palabra. Debe de haber otra que explique mejor como se sintió hace unos segundos, pero esa no era. En cualquier caso, ¿Preocupado de que? Jeongin sacude la cabeza. Hyunjin se da la vuelta sin nada más que decir, y cuando vuelve tiene la botella de miel en la mano.
—A partir de ahora —Hyunjin voltea la botella y espera a que el líquido caiga por el lado opuesto. No te muevas.
Ya casi se había olvidado de la miel. Casi. Jeongin pone una mueca de asco, la cual Hyunjin ignora con éxito.
La primera gota es en su frente. Jeongin cierra los ojos, demasiado disgustado como para devolverle la mirada a su amigo. De hecho, mientras la boca de la botella se mueve por su frente, el mayor dejando que el líquido caiga lento sobre su piel, Jeongin piensa en lo molesto que se siente de haberse visto envuelto en esta situación. Ni siquiera ha pedido algo a cambio, que es lo peor.
Piensa en que podría pedirle a Hyunjin mientras un poco de miel cae por un lado de su nariz. Siente cosquillas cuando llega justo encima de la comisura de sus labios así que se sacude por reflejo. Entonces, siente la mano de Hyunjin en su hombro. No sabe cuando exactamente la había puesto sobre él, pero ahora que lo presiona con fuerza hacia la silla en la que está sentado no puede evitar moverse de nuevo para soltarse de su agarre. Eso resulta en incluso más fuerza empujándolo hacia abajo, así que por fin abre los ojos, dispuesto a insultar para dejar salir toda su frustración.
—Joder, hyung, puedes qu-
Oh.
Eso sí que son problemas.
Hyunjin está inclinado sobre él, y luce el doble de grande de lo que en realidad es, estando tan cerca el uno del otro. En realidad, Hyunjin siempre ha sido delgado. Frágil. Los dos siempre han estado en un mismo nivel de fuerza, pero en ese momento, la sensación es abrumadoramente diferente. Como si Hyunjin pudiese acabar con Jeongin en ese preciso instante, un gigante a punto de pisar a una hormiga. Jeongin se siente pequeño, débil, fuera de control— y lo odia. En mitad de ese extraño experimento, se pone a pensar en todas las situaciones incómodas que ha vivido a lo largo de su amistad con Hyunjin, y ninguna se iguala a la de este momento.
Entonces, el pánico se apodera de él.
Siempre se había sentido extrañado, pero agradecido, de que nunca hayan tenido malentendidos o se hayan distanciado. Jeongin piensa que si esta es la situación que desenvuelve una pelea o un rechazo entre ambos, no lo quiere en absoluto. Es incómodo, sí. Es humillante, quizás. Pero preferiría morir antes que hacer esto en su primera pelea, porque eso significaría que tendría que recordarlo frecuentemente en el futuro. Y si Jeongin tuviera que recordar un sentimiento tan abrumador desde hoy hasta el final de sus días... simplemente no sería posible seguir viviendo.
Abre la boca cuando la primera gota de miel llega a su labio. El sabor le causa una peculiar sensación de electricidad en la lengua, lo cual es normal después de haber comido solo cosas saladas en todo el día. Intenta concentrarse en el sabor antes de lo que sea que Hyunjin esté haciendo con él, y se niega, más que nada en el mundo, a mirarlo de nuevo. Sabe que en el momento en que lo haga va a reaccionar violentamente, sin saber muy bien el por qué. Quizás Jeongin no es muy bueno sintiéndose sin poder. Quizás Hyunjin con esa botella de miel puede romperle unas cuantas costillas si arruina siquiera un milímetro de las gotas del líquido estratégicamente esparcidas por su frente.
—Jeongin —Hyunjin habla, después de lo que se siente como una hora de silencio, pero que en realidad han sido probablemente unos minutos. —Puedo… ¿tomar fotos?
—Nunca, ni aunque me pagues mil millones de wones.
—Por favor.
—Ya te dije que no.
—Si no lo hago vas a tener que quedarte con miel hasta que termine de pintarte, ¿Quieres eso? Te prometo que las borraré cuando termine de pintar.
—Vete la mierda.
—Innie…
—¡Que si, joder, que si! Toma tus jodidas fotos. Tengo frío.
Hyunjin no responde, y lo siguiente que escucha es el sonido de la cámara al disparar. A este punto un poco de miel ha caído por su párpado, así que Jeongin se limita a mirar la habitación con el ojo libre de la sustancia, en una especie de guiño no intencionado.
—Tranquilo —Hyunjin responde. —Son fotos con Zoom, no se distingue tu rostro. Solo las partes que quiero pintar. —Otra foto —¿Puedo poner miel en tus manos? Son tan lindas… —Otra foto —Quizas en tu pecho también, y-
La mente de Jeongin desconecta después de eso. En realidad, está exhausto. Lo que sea que siga después de esto, solo quiere una ducha y terminar con su tarea. —Haz lo que quieras, hyung —Responde, y cierra su otro ojo —Creo que quizás me tire de tu ventana después de esto, pero haz lo que quieras.
Lo siguiente que siente es las manos de Hyunjin sobre las suyas. Las junta de tal manera que siente sus índices tocarse, así que empieza a jugar con ellos de reflejo hasta que de nuevo, la sustancia pegajosa cae sobre sus dedos. Se detiene al instante para no sentir más.
Hyunjin ríe ante su reacción —¿Acaso es tan asqueroso? —Pregunta.
—Es pegajoso, hyung. —Jeongin responde, su voz suena más alta ahora que no puede el rostro de Hyunjin. —¿Puedes siquiera quitarme el anillo de mi dedo pequeño? No quiero tener que limpiarlo.
—Está bien —Responde, un segundo después el accesorio se desliza del dedo de Jeongin.
—Gracias.
—Ujum.
—Hablame, tonto —Jeongin reniega —No sabes lo raro que es no poder ver mientras tu haces tus tonterias.
—Lo siento, lo siento —Hyunjin murmura. —Estoy concentrado.
Un poco más de miel se desliza por las palmas de Jeongin, y un rato después, clic, otra foto.
—Genial —El artista lo dice más para sí mismo que para Jeongin —Tus manos son perfectas Innie, deberías ser modelo de manos.
—Gracias, ya me lo han dicho.
—Creido.
—Gruñon.
—Tonto.
—Pervertido.
—¡Hey!
Jeongin le saca la lengua, un poco más de miel cae en ella así que se relame. Hyunjin no responde ante la expresión del menor. Normalmente sus peleas infantiles seguirian por un rato más, pero Jeongin supone que la situación no es la mejor para un berrinche.
—¿Puedes alzar las manos, Jeongin?
—¿Que?
—Asi, espera.
La palma de Hyunjin rodea su muñeca, y antes de que Jeongin pueda protestar sus manos se alzan hasta quedar encima de su cabeza. Aunque no pueda verse a sí mismo, Jeongin sabe que esa es la peor posición hasta ahora.
—¿En serio?
—En serio.
Jeongin hace una nota mental de revisar todas y cada una de las fotografías en la galería de Hyunjin después de eso, para asegurarse de que su plan de vender fotografías de Hyunjin no se le ha ocurrido también a su amigo. Duda que las suyas venderían por mucho.
Cuando siente la primera gota en su cuello, es diferente. Antes habían caído lentas, pero la presión que Hyunjin debe de haber ejercido en la botella es seguramente mayor, porque el líquido cae pesado y en grandes cantidades sobre su pecho. Ahora la miel ya no se siente fría, quizás su propia temperatura corporal la ha calentado al instante. Jeongin no recuerda cuando ha empezado a sentir calor, pero se imagina que quizás la calefacción se prende automáticamente en la noche ahora que hace frío.
Hyunjin no habla, y Jeongin tampoco.
Clic. Otra foto, y otra, y otra. Jeongin piensa que la galería de Hyunjin va a acumular mil fotos si no lo detiene en ese momento, así que se prepara para reclamar.
Entonces, un sonido llama la atencion de ambos; es una puerta abriéndose. Jeongin abre los ojos a pesar de la miel en sus párpados y se arrepiente de inmediato, porque la expresión de Hyunjin está tan llena de pánico como la suya.
—Hyu-
Hyunjin le tapa la boca antes de que Jeongin pueda decir algo.
A lo lejos, se escucha la puerta cerrarse.
—Es mi padre, no hagas ruido. —Hyunjin murmura, su mano contra la boca de Jeongin se aplasta un poco más. La miel, o quizás el miedo, actúan como el mejor pegamento porque los labios de Jeongin nunca se había sentido tan firmemente juntos hasta ahora —El sabe que no voy a dormir hasta tarde y siempre entra a mi habitación a ver lo que pinto, así que cállate, voy a salir.
A continuación, Hyunjin se separa y da largos pasos hasta la puerta, sin siquiera mirar atrás. Jeongin podría haber gritado en protesta si no fuera porque recuerda que no solo está cubierto de miel, si no que también tiene puesta una de las camisas hechas a medida del señor Hwang.
La luz se apaga, y Hyunjin desaparece.
En total oscuridad, Yang Jeongin reconsidera toda su vida entera y poco más, por si es que en verdad termina tirándose de la ventana en unas horas.
Despierta cuando la puerta de la habitación de Hyunjin se vuelve a cerrar. No sabe cuando tiempo ha pasado, quizás solo unos cuantos minutos. Quizás la vergüenza, el miedo, el cansancio de la primera semana de clases— En realidad no ha dormido muy bien desde que llego a los dormitorios estudiantiles, asi que quizas tambien eso. En cualquier caso, Jeongin despierta justo cuando la puerta se cierra, de golpe, en un instante, de la misma manera que piensa que se quedó dormido cuando Hyunjin lo dejó en la habitación para saludar a su padre.
La luz no se prende.
—¿Hyung? —Jeongin murmura —¿Puedes prender la luz?
Nadie responde, entonces siente miedo.
—Hyung, no me asustes. Me quedé dormido con toda la miel en mi cuerpo, ni siquiera he podido moverme de lo asqueroso que me siento en este momento.
Algo se mueve rápido hasta donde está sentado. Aun en la oscuridad, siente la presencia de alguien frente a él.
—Hyung —Jeongin dice, esta vez más despierto. —¿Puedes prender…
La pregunta no termina de salir de sus labios, porque Jeongin considera que después de todo, aún está soñando.
—Que…
La lengua que acaba de sentir en su mejilla se mueve hasta arriba, casi chocando con la esquina de su ojo derecho. Jeongin se mueve para evitar que llegue hasta ahí, pero no se levanta. No se levanta porque ahora una mano está sobre su hombro de la misma manera en la que la mano de Hyunjin estuvo en su hombro, presionando hacia abajo, un rato antes y es ahí cuando de repente se da cuenta que esta mano no es como la de Hyunjin, es Hyunjin. “Shh” Escucha, tan cerca de su oído que no puede evitar soltar una exclamación de sorpresa.
El peso de Hyunjin cae encima de él y entonces ya está, todo está hecho. Si tuviera que comparar lo que le está pasando en este momento lo haría con ser atacado por una bestia, porque el tacto normalmente cuidadoso de Hyunjin es pesado y araña sin respeto alguno. La miel ahora secándose en partes de su piel es rasguñada y entonces la lengua de Hyunjin se desliza una vez más, por todo, todo el rostro de Jeongin. No está siendo tocado, ni besado, está siendo consumido.
Jeongin quiere gritar en protesta, empujar, hacer algo, pero lo que sea que se le ocurre es silenciado por el constante "shh" que se desliza de los labios de Hyunjin antes de que vuelva a lamerlo. Jeongin no tiene de otra que intentar protegerse con sus manos, poniéndolas entre ambos para poder separarlo de él, pero entonces el rostro de Hyunjin choca con una de ellas y de nuevo empieza a lamer, esta vez más rápido, succionando. Dos de los dedos de Jeongin están dentro de la boca de Hyunjin, y Jeongin puede sentir su lengua dando vueltas alrededor de ellos, como si él mismo estuviera hecho de miel. Jeongin está sin palabras, y su mano libre se posa en el rostro de Hyunjin torpemente. Empuja un poco para poder retroceder a su amigo, que no está reaccionando como una persona en estos momentos, y siente sus dedos deslizarse fuera de la boca de este haciendo un sonido pegajoso, como un beso.
Con el rostro de Hyunjin aún en su mano, es que por fin se siente con el control de poder hablar.
—Hyunjin-ah, qué está pasando, ¿Por qué estás… —Jeongin está mareado, el olor de la miel lo tiene hostigado. El cuerpo de Hyunjin sobre el suyo es asfixiante, el no poder ver nada lo hace incluso peor. —haciendo esto?
Esto
Jeongin no encuentra otra palabra mejor que decir.
Hyunjin no responde, y entonces su rostro se dispara hacia el estómago de jeongin. Jeongin se pregunta cómo es posible que llegue hasta tan abajo cuando lo siente aun encima de él, y luego su mente divaga hacia la posición extraña en la que se estaba cortando las uñas en la tarde. Es cierto, Hyunjin es jodidamente flexible, y de todas maneras su lengua sigue hacia arriba hasta su pecho, y ahora está encima de sus clavículas. Como con sus dedos, ya no solo se dedica a lamer, sino a succionar y entonces Jeongin finalmente lo siente, algo caliente se forma en su estómago y se posiciona duro y pesado, llevándolo hacia abajo con más fuerza que la mano de Hyunjin manteniéndolo en su posición. Ahora sí que está anclado a este sitio, no por una fuerza externa, reconoce, si no por la de su propio cuerpo, la fuerza de todas sus emociones creciendo y expandiéndose en cada parte de su cuerpo, especialmente aquella en la que Hyunjin está concentrado; su cuello.
—Hyung… —Deja salir, su voz ya no suena molesta. Jeongin duda haberse escuchado sonar así antes, pero no puede evitarlo—Hyun…jin…
No sabe por cuánto tiempo más se queda ahí susurrando el nombre de su mejor amigo, pero sabe que para cuando el sonido de la puerta de la habitación del señor Hwang se cierra a lo lejos, tiene la erección más grande y dolorosa que ha sentido nunca.
La habitación huele a sudor, y la cabeza de Hyunjin para y cae, finalmente exhausto. Puede sentir la nariz contra su hombro. Está inhalando fuerte, posesivo. Jeongin deja caer ambos brazos hacia los lados, en total derrota. Su pecho sube y baja tan fuerte que duda que Hyunjin pueda estar dormido encima de él.
—Ve a ducharte —Es lo primero que escucha por parte del mayor. —No prendas la luz.
Hyunjin se levanta de encima de él, y a Jeongin le toma toda la fuerza del mundo mantener su propio peso sobre sus rodillas mientras camina hacia el cuarto de baño.
Cuando se mete a la ducha, ya no hay miel en su cuerpo que lavar.